

Chapter 4: The Phone
Season 2 Episode 4 | 1h 14m 44sVideo has Closed Captions
The team uncovers the substance used to drug the victims, which leads to a surprise.
When Victor is assaulted by the killer, the team is able to find the substance used to drug the victims, which leads to a surprising find.
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Chapter 4: The Phone
Season 2 Episode 4 | 1h 14m 44sVideo has Closed Captions
When Victor is assaulted by the killer, the team is able to find the substance used to drug the victims, which leads to a surprising find.
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Learn Moreabout PBS online sponsorship[Sara] Por favor, me acaban de secuestrar.
Es un hombre.
Es Sara, Sara Guzmán, la psiquiatra del hospital.
[Vidal] Ahí está.
Hemos encontrado el momento donde la sacan del hospital.
Es Ginés Castillo.
Tenemos la grabación de las cámaras de seguridad en las que se le ve sacando a la doctora Guzmán del hospital.
Yo no sabía que era ella, yo solo recibí la orden de ir a recoger a una paciente a esa habitación y llevarla a la ambulancia que esperaba fuera.
[Casas] Hemos localizado a la empresa de ambulancias que recogió a la psiquiatra.
[Vidal] La ambulancia llevaba un sistema antirrobo que registra todos los lugares donde estuvo.
[enfermero] Dicen que han encontrado a Sara Guzmán, -la psiquiatra.
-[Belén] Fede, ¡la ambulancia!
-[Fede] La voy arrancando.
-Creo que aún respira.
Solo he visto la herida en la cabeza.
No la he movido por si acaso.
Sara, hey.
Sara.
[Leduc] ¿Han encontrado algo?
[Vidal] El asesino estaba aquí, pero se escapó.
¿Qué novedades tenemos?
[Leduc] Que el secuestrador estaba aquí cuando encontramos a Sara Guzmán.
Víctor lo ha perseguido, pero se le ha escapado.
[Casas] Pero eso es imposible.
Tenemos a Ginés Castillo detenido en comisaría.
Pues, o el senador puede estar en dos sitios al mismo tiempo o tenemos a un inocente encerrado.
O Ginés tiene un cómplice.
Ahora te doy a dar un consejo: no digas nada que pueda perjudicarte.
Creen que he matado a Isabel y que he secuestrado a Sara y a Catherine.
Es de locos.
Doña Adela, he cumplido con todo lo que me ha pedido, sin preguntarle ni pedirle nada a cambio.
Ahora le toca a usted.
Hemos conseguido estabilizarla.
¿Qué le han hecho?
Hemos preferido inducirle el coma.
Quiero entrar a verla.
Me temo que eso va a ser imposible, señor Mateo.
Su esposa, ahora mismo, es un testigo clave en la desaparición de Catherine Le Monnier y en el asesinato de Isabel Freire.
Les dejé hacer su trabajo y ahora haremos nosotros el nuestro.
¿Te puedo hacer una pregunta?
¿Con quién se acostaba Isabel?
Lo siento, Enrique, pero de verdad que no sé nada.
¿Por qué no nos contó que sabía que su mujer tenía un amante?
Hace cinco años me operaron de la rodilla y me pusieron una prótesis que me está dando problemas.
He perdido el trabajo, estoy en paro, comisario.
Mi mujer y yo no teníamos relaciones hace mucho tiempo.
Isabel te quería.
No le mentí, le dije siempre que lo nuestro nunca iría más allá.
Siento mucho lo que ha pasado a Isabel.
Era una gran mujer.
[Enrique] Lo sé todo, hijo de puta, y has tenido la desfachatez de darme el pésame en el cementerio.
Yo no he tenido nada que ver en lo que sucedió a Isabel.
Pero ¿cómo quieres que te crea si te acostabas con ella y le mentiste a todo el mundo?
Fue un error.
Nos equivocamos.
Muy bien, toca salirle a contar a tu mujer toda la verdad.
Enrique, no hagas tonterías.
¡Enrique!
¿Por qué tenías que estropearlo todo?
[Víctor] Don Pedro, ¿qué le pasa?
Don Pedro.
[suena música de intriga] Natalia, ¿has visto a Víctor?
Tenía que traerme unos informes, pero le he estado llamando y, y no consigo localizarle.
Sí, acaba de atender un aviso en la 108.
-¿La habitación de don Pedro?
-Sí.
¿Puedo ayudarte?
No, no te preocupes, no es urgente.
Gracias.
Eh.
Eh, ¿se encuentra bien?
Por favor, no me haga daño, no me pegue.
No se preocupe, no le va a pasar nada.
Déjeme ayudarle.
Siéntese aquí.
¿Qué ha pasado?
Cuidado.
Vino un médico.
Estaba muy enfadado.
¿Quién?
¿Quién?
No lo sé.
No podía verle la cara.
¿Está seguro de que era un médico?
¿No sería un enfermero o un celador?
No lo sé.
OK.
Lo siento, ¿eh?
¿Llamó usted a las enfermeras?
Sí.
¿Y qué pasó?
¿Hmm?
¿Qué pasó?
Por favor, don Pedro, es muy importante, ¿eh?
Intente recordar.
Vino un enfermero.
Un chico que ya había venido.
-[Alain] Víctor.
-Y ese animal... salió del cuarto de baño, le agarró por detrás y empezaron a pelearse.
-¿Peleaban y qué?
-El chico sangraba por la nariz.
No se preocupe, ya ha pasado todo, ¿hmm?
Por favor, no me deje solo, no se vaya.
Ahora mismo, ¿hmm?
Ahora mismo.
Disculpa, ¿ha limpiado más manchas de sangre como esta?
-Sí, ¿por qué?
-¿Dónde?
-Aquí, delante del ascensor.
-Gracias.
Mierda.
Víctor, ¿qué haces?
Aquí.
No sé.
No sé qué es lo que hago aquí.
Víctor, tranquilo, ¿eh?
Escúchame... Dame la mano.
¿Vale?
Dame la mano.
Dijo que me tirase, que es lo mejor para todos.
No, ¿qué?
¿Quién te dijo eso?
-¿Qué hago aquí?
-Víctor.
Víctor, me reconoces, ¿verdad?
Soy Alain, tu compañero.
Víctor, mírame.
Víctor, mírame.
Mírame.
¡Mírame!
¡Víctor!
¡Mírame!
El brazo.
Dame el otro brazo.
Suéltame, Alain.
Suéltame.
No sueñes.
Somos compañeros.
Lo siento, lo siento.
Víctor.
Víctor, por favor.
Víctor.
Víctor, despierta.
¡Despierta!
Venga.
¡Marcos!
¡Ven conmigo, rápido!
[Marcos] Tengo un paciente.
¿Qué pasa?
¡Dejad el paciente, esto es más importante!
-¡Hey!
-[Belén] Ayudadme, por favor.
-¿Qué le pasa?
-[Belén] No sé, no consigo que reaccione.
Víctor, Víctor.
Hay que llevarlo abajo, vamos.
[Víctor] Hay que llamar a Casas.
-¿Qué ha dicho?
-Nada.
Que, que tenemos que llevarle abajo.
Hay, hay que llamar a... Víctor, está bien.
Somos tus compañeros del hospital, ¿eh?
-Cogedle por el otro lado.
-[Marcos] Va, va, va. ¿Víctor?
¿Qué le ha pasado?
No lo sé, parece que lo han atacado.
[Marcos] Tiene toda la pinta de que lo han drogado.
[Belén] De prisa.
Una, dos y... Con cuidado, con cuidado.
Despacio.
Poniendo via.
Eh, eh, Víctor.
-[Lidia] Quieto, quieto.
-[Marcos] Shh, shh, tranquilo.
[Belén] Luego te explicamos.
Tranquilo, por favor, -no te muevas ahora.
-[Alain] Necesitamos tomarle una muestra de sangre y una de orina.
Si le han dado alguna sustancia.
Es mejor hacerlo antes de que desaparezca.
¿Me, me entiendes?
Vale.
-Lidia.
-[Lidia] ¿Sí?
Sea quien sea el que le haya hecho esto, podría seguir en el hospital.
Avise al comisario de policía.
Rápido.
Enseguida, enseguida, doctor.
¿Lidia?
Lo siento, doctor, ahora no puedo.
-Tengo que llamar a la policía.
-Pero ¿ha pasado algo?
[Lidia] Han atacado a uno de mis enfermeros.
¿Otra vez?
Bueno, puede que no tenga nada que ver.
No, Lidia, no.
Alguien quiere acabar con nosotros.
[Lidia] Por Dios, no diga eso.
Tiempo al tiempo.
[timbre de teléfono] Comisario Casas.
Sí, comisario, soy Lidia Abad, la jefe de enfermeras del Policlínico.
Sé quién es, señora Abad, dígame.
Tiene que venir enseguida.
Han atacado a uno de mis enfermeros.
[Casas] ¿A quién?
Víctor Cepeda, el nuevo.
-¿Cómo se encuentra?
-[Lidia] Aún, aún no lo sé.
Están haciendo los reconocimientos.
-Gracias.
Vamos para allá.
-¿Qué sucede?
[Casas] Parece que han atacado a Víctor.
Dos patrullas, que vengan a Montalbán, ahora mismo, conmigo.
-[Gorka] ¿Cómo está?
-Igual.
Deberías intentar descansar, Gorka.
¿Por qué no vas y te echas un rato?
Si hay novedad, yo te aviso.
No, no quiero descansar.
Ya, pero es que no es lo que quieras, es lo que necesites y cuando ella se despierte tendrás que estar despejado.
Confía en mí.
Yo te aviso.
[suena música melancólica] Buscad a la enfermera jefe, Lidia Abad.
Que os diga quién pudo ver algo e interrogad a todo el personal de esa planta.
-¿Cómo está?
-Está bien.
Está bien, no se preocupe.
Hmm... [Belén] ¿Duele?
Si te digo que no, ¿vas a dejar de disfrutar haciéndolo?
-¿La tengo rota?
-No, está todo bien.
Me hacía ilusión tener la nariz de un boxeador.
¿Dónde me encontraste?
En la azotea.
Fui a llamar por teléfono y estabas tirado en el suelo.
Al parecer, te subiste el borde y casi te tiras.
-¿Y tú me salvaste?
-No, yo no.
El doctor Juillard, así que dale las gracias a él.
Ah.
Víctor, ah, parecía que ibas drogado.
¿Tomaste algo?
La doctora Yagüe desconfiando de mí.
Qué raro.
¿Qué hacías en la habitación de ese hombre?
¿De quién?
De don Pedro.
Estaba en el control y, y vi un aviso de su habitación.
-¿Don Pedro está bien?
-Sí, está bien.
¿Qué pasó en esa habitación, Víctor?
No lo sé, es muy raro.
Tengo recuerdos confusos.
Ni siquiera del momento en que empecé a caerte bien.
Una lástima.
Normalmente, los pacientes drogados son mucho más antipáticos que en su estado normal.
Eres la única excepción que conozco.
Es la primera vez que me sonríes.
Si así consigo que salgas conmigo a tomar algo, estoy dispuesto a recibir puñetazos cada día.
Venga, anda.
¿No te doy pena?
Aún no he firmado el alta.
Ya tienes un buen motivo para hacerlo.
Baja médica de dos días.
¿Cómo que baja?
No quiero la baja.
Se me hace raro escuchar eso.
Aquí todo el mundo está deseando un par de días de descanso.
Será que no soy como todo el mundo.
Mantén reposo hasta esta noche y mañana no vengas a trabajar.
-No.
-¿Cómo que no?
Soy tu médico, yo mando.
Llama a quien quieras y que te venga a buscar, ¿vale?
¿Mi móvil?
¿Lo has visto por alguna parte?
No.
Te dejo.
Mantén reposo.
Ah, mierda, mierda.
Mierda, mierda.
Ah.
Hasta luego.
Ah.
Mierda, mierda.
Mierda.
Qué cagada.
Qué cagada.
He pedido que le tomaran muestras de sangre para que nos digan qué tipo de droga usaron con él.
Porque, presumiblemente, será la misma que usaron con la señora Freire y con la doctora Guzmán.
¿La crees?
¿A la doctora Yagüe?
Sí, la casualidad de que se encontrase en la azotea en ese momento.
Ha dicho que subió a hablar por teléfono.
Es fácil comprobarlo con la compañía telefónica.
Pero no, no creo que mienta.
¿Por qué?
-¿Por qué qué?
-¿Por qué no lo crees?
Bueno, que sepamos, no tiene un móvil contra Catherine.
Tiene coartada para la desaparición de Isabel y para la de Sara.
Y Miguel también la tiene.
En este momento, hasta que no tengamos un culpable claro, todos son susceptibles de serlo.
¿Víctor pudo reconocer a quien le atacó?
No lo creo, le drogaron antes de poder ver a nadie.
¿Se, se sabe algo del CD de la terapia de Catherine Le Monnier?
Están recuperando los datos en París.
A este paso, vamos a encontrar antes a la chica.
No son los mejores en su especialidad.
No creo que nadie vaya a hacerlo más rápido.
Comisario.
Eh, muchas gracias por su colaboración, doctor Juillard.
Señora Varcárcel.
¿Me puede explicar qué está sucediendo?
Lo haría si lo supiese.
Lo único que tenemos claro es que alguien ha intentado agredir a uno de sus pacientes, al cual estamos trasladando a otro hospital.
¿Qué hospital?
Señora, lamentablemente, eso ya no es de su incumbencia.
Además, debería estar más preocupada por su enfermero.
-Víctor... -Víctor Cepeda.
Por suerte, parece que se encuentra bien.
Así que una de mis enfermeras ha muerto, una doctora ha desaparecido y otra de mis trabajadoras está en coma y ahora se ha producido un ataque en una de mis habitaciones y ustedes no hacen nada por evitarlo.
Voy a tener que contratar más vigilancia privada.
Está claro que usted es un completo incompetente.
No le permito ese tono, señora Varcárcel.
Me da igual lo que me permita.
Encuentren al culpable, ya.
[timbre de teléfono] Comisaria Leduc, ¿dónde está?
Voy para allá.
Ah, joder.
Comisario.
Vidal, ¿le importa dejarnos solos un momento?
[Víctor] Espera, espera, espera.
Es importante.
Les va a encantar.
¿Qué sucede?
He perdido el móvil.
Con nuestros teléfonos, mensajes, todo.
¿Cuándo ha sido eso?
No lo sé.
Antes de que me atacasen, lo tenía.
He buscado en la azotea, en la habitación de don Pedro y... Si alguien lo encuentra, puede poner en peligro toda la investigación.
Comisaria Leduc, por favor.
Vidal, que triangulen la señal del teléfono.
Quizá encontremos dónde está y quién se lo ha llevado antes de que sea demasiado tarde.
Esto es increíble.
[Casas] ¿Dónde va?
A avisar a Alain de que toda la misión está en peligro.
[suspiro] Joder.
Mierda.
La que hay montada ahí fuera.
[Miguel] ¿Qué pasa?
[Alain] La policía ha vuelto a tomar el hospital.
-¿La policía?
-Mmm-hmm.
¿Pasa algo?
Han atacado a Víctor Cepeda, el, el nuevo enfermero.
Vaya.
[timbre de teléfono] ¿No contesta?
[timbre de teléfono] ¿No contesta?
Ah, ah.
No, es, es para que te cambies de compañía de móvil.
Ya sabes lo, lo pesados que son.
[Alain] Sí, sí, sí.
En Francia también son muy insistentes.
Sí.
Eh, bueno voy a quirófano.
Tengo que examinar un tumor.
¿Vale?
Muy bien.
Doctor Manrique.
Comisaria.
¿Ocurre algo?
Ah, no lo sé.
Dígamelo usted.
Le ha cambiado el gesto cuando me ha visto.
Bueno, uno no está acostumbrado a ver tanto policía en el hospital.
Pues, no se vaya muy lejos.
Un agente le tomará declaración.
Cuando quiera.
Y ahora, si me disculpa... Commissaire.
¿Très bien?
¿Tiene alguna idea de dónde puede estar el móvil de Víctor?
¿Qué ha pasado?
Lo ha perdido, se lo ha robado el asesino, no lo sé, pero no lo tiene.
Y usted sabe lo que eso significa, ¿verdad?
Toda la misión en peligro.
Sabíamos que no iba a ser fácil trabajar con esta gente.
Nosotros tampoco lo somos.
Al menos no nos equivocamos.
Todos cometemos errores, comisaria.
Si no están en nuestro expediente, no existen.
Voy a comisaría.
Quizás consigamos triangular la posición del móvil.
Usted mantenga los ojos abiertos.
[suspiro] ¿No vas a gritarme por perder el teléfono?
No te niego que es lo que más me apetece, pero no creo que sea el momento.
¿Cómo estás?
[Víctor] ¿Lo pregunta el comisario o el padre?
Ambos.
Bien.
Un poco mareado, pero bien.
¿Has llamado a tu madre?
Claro.
Y le digo que venga a ver a su hijo infiltrado.
He perdido el teléfono, pero no soy tan... poco profesional.
Además, no creo que le apetezca verte por aquí.
Hijo, sé que no he sido... No.
No lo has sido.
Cuando venía en el coche y... y no sabía lo que te había pasado, me di cuenta de, de que quizás deberíamos intentar recuperar algo del tiempo perdido.
No estuviste ninguno de los momentos importantes de mi vida.
Y, sobre todo, en ninguno de los más difíciles.
Podemos hacer que a partir de ahora no sea así.
[resoplido] Mamá siempre dice que el movimiento se demuestra andando.
Este reloj me lo regaló mi padre, tu abuelo.
Él decía que me traería suerte.
Me gustaría que lo tengas tú.
El abuelo.
Gracias.
Quizás esto sea una forma de empezar a caminar.
Y de paso, no volverás a tener la excusa del reloj para llegar tarde.
[Víctor ríe] [timbre de teléfono] ¿Sí, inspector?
Comisario, tenemos el OK del juez.
Vamos a triangular la posición del móvil.
Voy para allá.
Vamos a coger al desgraciado que te ha atacado.
[suspiro] No lo dudes.
Eh, eh.
¿Dónde crees que vas?
Después de todo lo que ha pasado, no voy a dejar que salgas ahí hasta que te recuperes del todo.
-Pero, pero... -Soy tu comisario, es una orden.
No deje que ese enfermero salga de aquí bajo ningún concepto.
Comisario, hemos localizado el teléfono móvil que estábamos buscando.
Por fin una buena noticia.
No lo es.
Está en las inmediaciones del hospital.
¿Cómo que en las inmediaciones?
Según esto, está en hospital, pero está quieto.
Eh, la triangulación nos da un perímetro de 100 metros, así que... Así que, o empieza a moverse y sale de allí, o no vamos a saber ni dónde está ni quién lo tiene.
[timbre de teléfono] Perdonen.
Que no le quiten ojo al móvil.
En cuanto se mueva lo más mínimo, quiero saberlo.
Señora Le Monnier.
Comisaria Leduc, ¿se sabe algo de mi hija?
No ha habido avances significativos, pero estamos haciendo todo lo que está en nuestra mano.
¿Se da usted cuenta que me está diciendo justo lo mismo que me dijo la última vez que hablamos?
Hablamos ayer, señora Le Monnier.
Ojalá pudiera decirle algo más.
¿Algo más?
No me está diciendo nada.
Mi hija desapareció hace más de tres semanas y todavía no han encontrado nada, nada.
No, no puede haber desaparecido así como así.
Es justo lo que ha pasado.
La desaparición de Catherine es uno de los casos más difíciles con los que me he enfrentado nunca.
O puede que ustedes sean el problema.
-¿Qué quiere decir?
- Comisaria Leduc, la mandaron desde París porque se suponía que era usted la mejor.
Si no encuentra a mi hija, va a decepcionar a mucha gente por aquí.
[Leduc] Señora Le Monnier.
Encuentren ustedes a Catherine.
Comisaria, encuéntrela.
[suspiro] ¿Todo bien?
Si las cosas fuesen bien, usted y yo nos quedaríamos sin trabajo.
Bueno, de vez en cuando no se nos tuercen las cosas.
Tenemos el análisis de la droga, que utilizar con Víctor.
A Víctor le drogaron con una sustancia llamada escopolamina.
[Vidal] Escopola... ¿qué?
Escopolamina, también conocida como burundanga.
A mí eso me suena a Sarandonga.
¿Sarandonga?
♪ Sarandonga, nos vamos a comer ♪ ♪ Sarandonga, un arroz con bacalao ♪ -¿No conocéis a Lolita?
-¿Deberíamos?
Es que de verdad no sé cómo les han dejado cruzar la frontera.
Vidal.
[carraspeo] La escopolamina o burundanga es un anestésico que provoca la pérdida de voluntad y de memoria mientras dura su efecto.
¿Y es lo mismo con lo que drogaron a Isabel Freire y a Sara Guzmán?
Probablemente.
Por eso no opusieron resistencia.
Pero en los análisis que les hicieron a ellas no había rastro de esta sustancia.
Porque su rastro permanece pocas horas en sangre.
Buen trabajo, Alain.
Vuelve al hospital.
A ver si allí descubrimos quien está sacando la sustancia.
Yo iré también oficialmente.
Iré con usted.
Comisario, no le necesito para unas preguntas rutinarias.
Soy mayorcita, conozco el hospital y voy armada.
La verdad es que tiene un meneo, ¿verdad, comisario?
A ver, no me mire así.
Nunca se me ocurriría.
Es una superior.
Ya, pero no lo digo por eso.
Va armada.
[Natalia] ¿Y se sabe cómo la atacaron?
No han dicho nada, pero les drogaron.
Alain y Belén se lo encontraron en la azotea desorientado.
Pero ¿cuándo va a acabar esto?
Primero Catherine, luego Isabel, Sara, Víctor.
Médico, enfermero, hombres, mujeres, da igual.
Estamos todos en el punto de mira.
¿Y qué hace la policía mientras tanto?
Nada.
Bueno, aparte de molestar como si uno de nosotros hubiera podido hacer esto.
Sí.
Pues, cuidado, que por ahí vienen de nuevo.
[Marcos] Os juro que como me interroguen otra vez, compro un par de billetes y me voy de vacaciones.
¿En qué puedo ayudarla, agente?
Comisario.
Comisaria.
Necesito hablar con el responsable del control de los fármacos.
Soy yo.
¿Podemos hablar a solas?
Claro, cómo no.
Isabel me nombró encargada de suministrar y reponer los medicamentos en quirófano.
Entonces, estará familiarizada con una medicina llamada escopolamina.
Sí, claro.
Es un preanestésico, pero apenas tiene uso clínico.
¿Estás segura?
Porque últimamente se usa mucho en el hospital.
Al menos en el quirófano cinco, su consumo ha aumentado en un 40% en los últimos cuatro meses.
¿No pensarán que yo tengo algo que ver con lo que le ha pasado Isabel y a las doctoras?
¿Qué le hace pensar que la escopolamina está relacionada con la desaparición y el asesinato de sus compañeras?
Porque si no tendría que ver, no me estaría preguntando sobre ello.
Pues ya que ha adivinado la pregunta, me encantaría escuchar la respuesta.
Mire, yo no he hecho nada.
Tranquilícese, señorita.
Solo necesito que me aclare quién tiene acceso al uso de la escopolamina en el hospital.
Aparte de usted, claro.
Pues, aparte de mí, cualquiera.
-¿Cualquiera?
-Mire, mi función es encargarme de que no falte ningún medicamento importante en quirófano, pero cualquiera que tenga acceso a la zona podría habérselo llevado.
¿Cirujanos, anestesistas, enfermeros?
O usted misma, si se colara ahí dentro.
En Francia hay un control de los medicamentos que se usan.
Ya.
También tiene la Torre Eiffel y nosotros no.
¿Tiene alguna sospecha de quién puede estar llevándose la escopolamina?
No.
Está bien, eso es todo.
[suspiro] [timbre de teléfono] [Alain] ¿Sí?
La enfermera Sanz está en la cafetería, sígala.
Miente.
[Casas] ¿Se fía de la enfermera?
Ese hospital es un nido de cuervos.
No me fiaría ni de mi madre si la ingresaran ahí dentro.
Hay que averiguar a quién está protegiendo la enfermera Sanz.
Estamos en ello.
Alain está vigilándola.
-[Natalia] Daniel.
-¿Sí?
[Natalia] Tenemos que hablar, que... Que me acaba de interrogar la francesa.
¿Qué dices?
Mira, pasa, vale.
Que sí, que esta... Mierda, mierda, mierda.
Shh.
Cálmate.
-[Daniel] No saben nada.
-[Natalia] ¿Cómo que no?
La policía sabe que están desapareciendo viales de escopolamina del quirófano.
-Si descubren que los... -No van a descubrir nada.
Y si lo hacen, ¿qué?
Júrame que no tienes nada que ver con lo que está pasando.
A ver, Natalia, ¿de verdad crees que...?
[Natalia] Es que no sé qué pensar.
Pero ¿por qué iba a hacerle daño yo a Sara o Isabel?
¿Eh?
Te juro que si descubro que me está mintiendo... Hey, ¿dónde vas?
¿Dónde vas?
¿Qué coño haces?
¿Qué coño te pasa?
¿Eh?
Que se acabó.
No voy a seguir mintiendo por ti.
Búscate otra idiota que lo haga, que lo tienes fácil.
Hey, ven aquí.
Ven aquí.
¿Qué te pasa?
¿Estás celosa o qué?
¿Eh?
Ven aquí, ven.
Ah, venga.
Relájate, mírame.
Venga, va, no llores.
¿Qué pasa?
Que no, que no, que no.
Que no.
-Venga, déjate de tonterías.
-Que se acabó, que se acabó.
Que no voy a cubrirte ni una vez más.
A ver, que no.
Eh, eh, no te atreverías a decir nada, ¿eh?
Escúchame.
Lo hago por tu bien, por el de todos.
[Daniel] Natalia.
[suena música dramática] [habla en francés] Ya me gustaría a mí saber quién es.
Le aseguro que las cosas no se iban a quedar así.
Si necesitas algún día más de descanso, lo que sea, no dudes en decírmelo.
¿En serio?
¿A qué viene esa cara de sorpresa?
¿Puedo serle sincero?
Me han dicho que usted es poco menos que un ogro.
Bueno, reconozco que muchas veces no tengo más remedio que serlo.
Este hospital no es más que una colección de problemas.
Detrás de cada puerta de una habitación hay uno.
Pero me gusta confiar en mis empleados y que ellos confíen en mí.
Si no cuidamos de nosotros, ¿quién va a hacerlo, verdad?
Nadie.
Y a ti, Víctor, nunca viene nadie a verte.
Aparte de la policía, claro.
Mis padres viven en León.
Pero estudiaste en Cantabria, ¿no?
En Comillas, sí.
Y después me fui a... A Edimburgo.
¿No crees que les gustaría saber que no te ha pasado nada?
Bueno, es que mi padre está enfermo desde hace un par de años.
Demasiados quebraderos de cabeza tienen ya como para preocuparles más.
Solo fue un susto.
Un susto que espero que no vuelva a producirse.
Así que, ya sabes, si recuerdas algo más o averiguas algo más sobre este desdichado incidente, me lo cuentas a mí, antes que a nadie, ¿vale?
¿Antes que a la policía?
Sí.
Está visto que la policía es incapaz de hacer nada por nosotros.
Pero yo sí puedo hacer muchas cosas por ti.
Cuando todo esto termine y ellos se vayan, nosotros seguiremos aquí.
[golpes a la puerta] Perdón, no, no sabía que estabas acompañado.
Solo he venido a ver cómo seguía Víctor.
-Mejórate.
-Gracias.
¿Qué quería?
Tenerlo todo bajo control.
¿Qué pasa?
Necesito que vengas conmigo.
Y a mí me encantaría, pero no puedo.
Primero porque estoy de baja y, segundo, porque han puesto un agente en la puerta para que no me deje salir.
[Alain] Enhorabuena.
Tienes el alta.
¿Y el agente?
Dejad hacer preguntas y hazme caso, aunque sea por una vez en tu vida.
Levántate.
Eh, tengo que hacerle unas pruebas.
Se lo devuelvo en menos de 10 minutos.
Lo siento, pero tenemos órdenes del comisario de no dejar salir este paciente.
Pues, llame al comisario, quiero hablar con él.
[timbre de teléfono] Comisario Casas.
¿Comisario?
Es por el paciente de la 120.
Hay un médico que quiere hablar con usted.
Comisario, soy el doctor Juilliard.
¿Qué ocurre?
¿Víctor está bien?
[Alain] Perfectamente.
Eh, le necesito para contrastar unos datos sobre la escopolamina.
No entiendo.
[Alain] Bueno, créame, es urgente.
Pero no se preocupe, le, le enviaré los resultados.
De acuerdo.
¿Quiere hablar con usted?
Déjelos marchar.
Sí, señor.
Buen día.
Hay que encontrar al doctor Legarra.
Es el que roba la escopolamina.
¿El qué?
La sustancia con la que te drogaron.
Podría ser la misma que usaron con las víctimas.
Anula la voluntad de quien la toma, como te pasó a ti.
Daniel acaba de discutir con Natalia y le he perdido la pista.
Tú abajo y yo arriba.
Yo soy más de arriba.
Porque eres un clásico y un coñazo.
Tira.
[suena música de intriga] Hombre, ¿ya te han dado el alta?
La doctora Yagüe, que con tal de no verme la cara...
Ya.
La Yagüe, ¿eh?
Siempre tan agradable.
Me alegro de verte bien.
¿Hmm?
Vale.
[suena música de intriga] ¡Ah!
Cojones.
¿Le has encontrado?
Acaba de coger un bote de medicina del quirófano: esco... Escopolamina.
Eso.
-¿A dónde va?
-Al parking, va con Natalia en el ascensor.
Vamos.
Dime, Depardieu.
Vidal, ven al hospital.
Hay que detener al doctor Legarra ya.
¡Tranquila, señora, que le va a dar una angina de pecho!
¡Natalia!
Natalia, ¿qué estás haciendo?
[Daniel] Abre, ábreme un segundo.
-[Natalia] Lárgate.
-Natalia, ábreme.
-¡Que te largues!
¡Lárgate!
-¿Qué quieres?
¿Jugar?
¿Es eso?
Venga, vamos a jugar.
¿Qué haces?
Ábreme, ábreme la puta puerta.
Ábreme la puerta o te rompo el cristal.
¿Qué coño haces?
¿Qué pasa?
¿Eh?
¿Qué te pasa a ti?
¿Qué haces?
[suena música de suspenso] [Vidal] Sal del coche.
¡Sal del coche!
Sal del coche.
Quietecito, calladito.
[Vidal] Ahí en el techo, ¡las manos en el techo!
Las manos en el techo.
Callado.
Quietecito, ¿eh?
Venga, venga.
-[Daniel] ¡Natalia!
-[Vidal] ¡Shh!
¡Eh!
He dicho que ahí quieto.
Ven, manos arriba.
Quieto.
Natalia.
[Vidal] Quieto.
La liberación por parte de la policía de la psiquiatra Sara Guzmán y la detención del celador Ginés Castillo como principal sospechoso y, cuando todo hacía prever que el caso del Hospital Policlínico Montalbán estaba cerca de resolverse, una nueva detención ha conmocionado al personal de esta institución.
Se trata de Daniel Legarra, cirujano jefe y compañero de la enfermera asesinada Isabel Freire, de la psiquiatra Sara Guzmán y de la doctora Catherine Le Monnier.
[reportera] La policía busca las conexiones entre el señor Legarra y el celador Ginés Castillo.
Fuentes cercanas a la investigación nos han confirmado que... Despejen, abran paso.
[reportera] ...que ambos podrían haber actuado juntos en los terribles hechos que han azotado a los trabajadores del Hospital Policlínico.
[reportero] Sin embargo, son muchas las dudas y flecos que quedan por resolver en este caso que mantiene en vilo a la comunidad médica de la capital.
Médicos y enfermeras, que prefieren permanecer en el anonimato, aseguran que existe un temor generalizado por su seguridad y esperan que con esta nueva detención regrese la calma y la normalidad a su entorno de trabajo.
[marcado telefónico] Enrique, por favor, cógelo.
Kiko.
Guapo.
¿Vamos al parque?
Venga.
Vamos al parque, vamos, guapo.
Mira, mira quién está ahí.
¿Eh?
Mira, ven.
Mira.
[suena música de intriga] Vamos a buscar al perrito.
-A ver.
¿Dónde lo has puesto?
-Hola.
[Lola] ¿En tu habitación?
Hola.
¿Quién eres tú?
[Lola] ¿Kiko?
Mira lo que tengo aquí, toma.
[Lola] Kiko.
¿Dónde estás?
[Miguel] Cógelo.
Toma, para ti.
Toma.
[Lola] Ven que te he encontrado el perrito.
[Miguel] Muy bien, ¿eh?
Vamos, que no tengo todo el día.
Kiko, ¿dónde estás?
¿Qué haces aquí?
Venga.
Vamos, cariño, que se nos hace tarde.
Ven, vamos.
[suena música de intriga] Entonces, ¿desde cuándo dice que falta su yerno de casa?
Desde ayer por la noche, tengo miedo de que le haya pasado algo.
Mire.
"No aguanto más, necesito tiempo para pensar.
"Me voy, no sé cuándo volveré.
Lo siento.
Cuida de Kiko".
Puede que Enrique no sea santo de mi devoción, pero no es un mal padre.
Nunca se iría dejando a su hijo solo.
Pero tampoco lo, lo deja solo, lo deja con usted.
¿Así, de repente?
La directora del hospital le acababa de ofrecer un trabajo por fin.
Ni siquiera se ha llevado sus medicinas para la rodilla.
Tiene una prótesis.
No, le juro que Enrique no haría algo así.
Bueno, cada persona es un mundo y, y después de lo que le sucedió a su hija, quizás se ha ido a aclarar las ideas y, y vuelva en un par de días.
Entonces, ¿no piensan hacer nada?
Señora, no podemos ponernos a buscar a un hombre mayor de edad solo porque lleve unas horas desaparecido.
No le dé más vueltas, seguro que su yerno está bien.
Eso mismo nos dijeron cuando desapareció Isabel.
-Señora... -Hay algo más en este mensaje.
Mi yerno siempre me habla de usted y a su hijo le llama Fran, no Kiko.
Él no ha escrito eso.
Está bien.
Le prometo que me ocuparé de encontrar a su yerno, pero necesito que pasen al menos 24 horas sin que dé señales de vida.
¿De acuerdo?
[suspiro] Quiero que encuentren a Enrique Méndez.
Sí, el marido de la enfermera Isabel Freire.
Gorka, Gorka, despierta, es Sara.
La han llevado al quirófano, le ha dado un ataque.
¿Cómo está?
Lo siento, Gorka.
Lo siento.
[suena música dramática] ¿Por qué no me salvaste?
[jadeos] ¿Ha llegado ya mi abogado?
Aún no.
Y me temo que no va a llegar.
Nadie quiere defender a alguien que ha secuestrado a tres mujeres y asesinado al menos a una de ellas.
Mala publicidad para cualquier bufete.
No me gusta su tono.
Imagino que cree que habla con un delincuente de poca monta, de esos con los que estará acostumbrado a tratar, ¿hmm?
Las caras de esos delincuentes de poca monta no aparecen en todos los telediarios como la suya.
Ahora mismo usted es una de las personas más odiadas de España.
Y mira que tiene competencia con tanto político corrupto.
[ríe] -¿Le hago gracia?
-Ninguna, pero no insista.
Cualquier abogado querría hacerse cargo de mi defensa, ¿hmm?
Soy inocente y, lo más importante, tengo suficiente dinero para pagar al mejor.
Rico, puede que lo sea.
Inocente, permítame que lo dude.
Supongo que no hace falta que le diga qué es esto.
Una ampolla de escopolamina.
Exacto.
La misma droga con la que atacaron a las víctimas del hospital y que usted ha estado robando durante los últimos meses.
Yo no he robado nada.
-[Casas] Podemos probarlo.
-Ah, ¿sí?
¿Cómo?
Eso es lo de menos ahora.
Lo realmente importante es: ¿qué hacía usted con esto cuando le detuvimos?
Bueno, eso no es de su incumbencia.
¿Hmm?
Lo es cuando hay una mujer desaparecida.
¿Dónde está Catherine Le Monnier?
No, no sé de qué está hablando.
Lo sabe perfectamente.
¿Qué ha hecho con ella?
Yo no he hecho nada con Catherine, era mi compañera.
Claro.
Igual que Isabel Freire, ¿hmm?
Y eso no le impidió matarla.
[Daniel] Usted está loco.
El día que desapareció Isabel, yo estaba en quirófano operando.
Puedo comprobarlo.
[Casas] ¿Y dónde estaba cuando desapareció Sara Guzmán?
Pues, también operando.
Me paso el día en el hospital.
Ah, ¿sí?
¿Y por qué no estaba allí cuando encontramos a la señora Guzmán en la cementera?
¿De, de qué está hablando?
Tenemos testigos que aseguran que usted llegó al hospital con el casco de su moto justo cuando la señora Guzmán ingresó en Urgencias.
Y, según nuestros cálculos, tuvo el tiempo necesario para salir de allí y presentarse en el hospital como si nada hubiera pasado.
No, lo siento, yo nunca he estado allí.
Entonces, ¿de dónde venía?
No tiene coartada para eso, como tampoco la tiene para explicarme qué pretendía hacer con la enfermera Natalia Sanz cuando le detuvimos.
Bueno, ¿y ahora qué pasa con Natalia?
Dígamelo usted.
Iba a atacarla también, ¿verdad?
Esto es de locos.
Esto es de locos.
Daniel no iba a atacarme, puede que tenga más defectos de lo que él mismo cree, pero no es un asesino.
¿Por qué estás tan segura?
Natalia, no tenga miedo.
Si sabe algo que pueda ayudarnos con la acusación de Daniel Legarra o Ginés Castillo.
Daniel y yo somos... Novios.
Bueno, a él no le gusta llamarlo así, pero... Eso le da un motivo para encubrirle y eso es un delito muy grave.
Señorita Sanz, ¿por qué nos ocultó que el doctor Legarra estaba robando la escopolamina del quirófano?
Si tan importantes son esas ampollas, se las pago y ya está.
¿Hmm?
No sé si es consciente de la gravedad de los hechos que se le imputan.
Es el mismo anestésico con el que atacaron al enfermero Víctor Cepeda.
Y con el que es más que probable que drogaran a Isabel Freire y a Sara Guzmán.
Y que han utilizado múltiples violadores.
¿También me va a acusar de esos delitos?
Por el amor de Dios, no tiene nada, ¿hmm?
¿Y esto?
Es la nota de transporte memorable con la que sacaron a Sara Guzmán del hospital, firmada por usted.
Esto no lo he escrito yo.
Y supongo que también podrá explicar esto.
Una mancha de aceite de la moto en la que huyó el secuestrador de Sara Guzmán, de donde la tenía retenida.
Casualmente, el mismo aceite que usa en su motor y la misma marca de su neumático.
Conozco a más de 1000 personas que tienen una moto como esta.
Y sin mencionar que atendió a Sara Guzmán en Urgencias y pudo hacer desaparecer su ropa porque sabía que en ella podía haber pruebas que le involucraran.
¿Me va a decir que todo esto tampoco demuestra nada?
Esta conversación ha terminado.
No, acabamos de empezar.
Y hasta que no me diga dónde está Catherine Le Monnier no vamos a salir de aquí.
Eso debería saberlo usted, señor comisario.
¿Qué han hecho usted y Ginés con Catherine?
¿Es, es una broma?
¿Ve acaso que me esté riendo?
¿De verdad cree que una persona como yo se relacionaría con alguien como Ginés?
¿Hmm?
Mire, no voy a volver a hablar hasta que no llegue mi abogado.
[Vidal] Y el último dedito.
Muy bien.
[Daniel] Ah, ¿a qué viene esto?
Me están tratando como si fuera un vulgar delincuente.
No, como a uno de la Milla de Oro.
Ya.
Deposite aquí sus pertenencias, no queremos que se haga daño.
Y no se preocupe, luego las guardo yo en una carpetita de cuero.
Tenga cuidado con este reloj, ¿hmm?
Cuesta más de lo que gana usted en un año.
No se crea.
Seguro que usted es de los que piensan que los funcionarios ganamos demasiado para lo que hacemos, ¿verdad?
Pues, tiene razón, somos multimillonarios.
Eh, los cordones.
[suspiro] Si tanto le interesan, ¿por qué no los quita usted mismo?
Si tiene miedo por la noche, llame al timbre, que vendremos a arroparle.
Doctor Legarra, ¿es usted?
Hombre, Ginés, tú por aquí.
No puede ser.
Usted es la persona con quien la policía dice que yo... Tiene que ayudarme, tiene que decirles que yo no he hecho nada.
Eh, Ginés, me, me duele la cabeza.
Me han tendido una trampa, porque yo no he hecho nada.
Bueno, pues, entonces, ¿por qué no esperas en silencio?
¿Eh?
Y me dejas en paz un rato.
No entiendo cómo puede estar tan tranquilo.
Porque soy inocente.
Y porque, por la cuenta que le trae, doña Adela va a mandarme un buen abogado.
¿Sí?
A mí me ha prometido lo mismo y todavía estoy esperando.
Mire, doctor, créame, esta gente necesita un culpable y creo que nos han elegido a nosotros.
[sirenas] Hasta que no encontremos algo que demuestre la culpabilidad del doctor Legarra, no nos iremos de aquí, ¿hmm?
¿Me han entendido?
No sé si es consciente, pero cada vez que ustedes entran en el hospital perdemos futuros pacientes.
Dígaselo a mi superior, yo solo cumplo órdenes.
Además, mejor un paciente menos que una víctima más, ¿no le parece?
Pierden el tiempo, es imposible que el doctor Legarra haya matado a nadie.
Eso lo decidiremos nosotros.
Usted, como mucho, puede decirme si tengo fiebre.
En realidad, eso tendrá que decirlo un juez.
Alejandro Mendizábal, abogado.
Ya estaban tardando en aparecer los picapleitos.
Yo también estoy encantado de conocerle.
El señor Mendizábal protege los intereses del hospital.
Y del doctor Daniel Legarra.
Me parece muy bien, pero si no les importa, pueden proteger los intereses fuera de este despacho.
Mientras nosotros estamos trabajando, ustedes sobran.
Aquí tengo el, el informe toxicológico.
Bueno, no, no tiene efectos secundarios y no me pareció que necesitará más reposo.
No me lo puedo creer.
Se encuentra bien.
Estoy bien, estoy bien.
¿Le has oído?
Puede trabajar.
[Belén] ¿Es médico?
No.
¿Y tú?
¿Eres su doctor?
-No, no, pero... -Pues, eso.
Sí Víctor tiene el alta o no la tiene, tengo que decidirlo yo, que soy su médico.
Bueno, entonces, ¿qué hacemos?
Ve.
Si quieres trabajar, trabaja.
Venga, tira.
A ver, ¿tú desde cuándo te metes en mis decisiones?
Me has desacreditado delante de todo el mundo.
Belén, no creí que fuera tan importante.
-En mi país es habitual.
-Bueno, pues, aquí no.
Mira, Alain, me he ganado un respeto como médico a base de esfuerzo y dedicación y no voy a permitir que ni tú ni nadie cuestionen mis decisiones.
¿Queda claro?
Sí, muy claro.
Pues, que no se vuelva a repetir.
[resoplido] -Belén.
-[Belén] No, ni Belén ni nada.
[suena música de suspenso] Inspector, mire la fecha.
Ese es el ticket de una cafetería donde estuvo Daniel Legarra justo a la misma hora en la que liberamos a Sara Guzmán en la cementera.
Eso es imposible.
He ordenado que comprueben la actividad de la tarjeta y tanto la hora como el importe coincide.
Así que, o el doctor Legarra manipuló la caja registradora, o es imposible que fuera él quien huyó de la cementera en la moto.
[habla en francés] Tranquilícese, no podemos perder los nervios ahora.
Pero ¿cómo no voy a perderlos si cada vez que tenemos un sospechoso hay algo que nos aleja de él?
Aún nos queda Ginés Castillo y no podemos descartar al cirujano solo por este ticket.
Según esto, Daniel Legarra no estuvo solo en la cafetería.
-¿Por qué lo dice?
-Pues, porque consumió dos cafés y tres medias lunas.
¿Y?
Eso me lo tomo yo a media mañana.
Ya, por eso usted nunca tendrá el cuerpo del señor Legarra.
Es que yo soy de metabolismo lento y hueso ancho.
Hay que averiguar con quién estuvo el doctor Legarra en esa cafetería.
Yo me encargo.
Si tenía una coartada y no la ha usado para la desaparición de Sara Guzmán, es que nos oculta algo.
El doctor Legarra mantiene una relación con esa enfermera, quizá no quiere que se entere que se veía con otra.
No lo creo.
Conozco el tipo de relaciones que hombres como el doctor Legarra mantienen con mujeres como Natalia.
Esos caraduras nunca se la juegan por evitar romper un corazón.
Entonces, oculta algo aún más importante.
Venga, arriba, su abogado quiere verle.
[Ginés] ¿Y no ha preguntado por mí?
Por ahora solo ha preguntado por el señor Legarra.
[Ginés] Doctor, dígale que se ocupe de mí.
[ríe] Si no, voy a empezar a hablar, yo sé secretos de todos ustedes.
¡No pienso pagar por sus mierdas!
¡Dígale a doña Adela que como no me suelten de aquí...!
Doctor Legarra, soy el abogado del hospital Montalbán, -Alejandro Mendizábal.
-Yo no he hecho nada.
Si está aquí, doctor Legarra, es porque ha hecho algo.
No quiero decir que haya asesinado a alguien, pero claramente la policía sospecha de usted por alguna razón.
Así que, si quiere que le defienda, será mejor que me cuente la verdad.
Buenas noches.
[empleada] ¿Qué le pongo?
Un café solo.
Me gustaría hablar con el dueño.
[empleada] Y a mí, pero el cabrón de Cortázar no aparece por aquí.
Bueno, ni por aquí ni por ninguna de las otras cinco cafeterías que tiene por todo Madrid.
Oiga, yo, yo no sé qué ha hecho ese desgraciado, pero yo solo soy una empleada que se pasa aquí todo el día trabajando.
Por eso espero que pueda ayudarme.
¿Conoce a este hombre?
No.
¿Sabe por qué las mujeres somos mejores policías que los hombres?
Porque sabemos cuándo nos están mintiendo y usted ahora lo está haciendo.
No sé de qué habla.
Por su reacción y su forma de comportarse, estoy segura de que conoce al doctor Legarra.
Mira, yo no me quiero meter en líos.
Pues, si no me ayudaba, va a estar metido en uno en el que nunca hubiera querido entrar.
¿Conoce al doctor Legarra?
Sí, viene de vez en cuando.
Es un tipo bastante estirado.
Sin duda hablamos de la misma persona.
¿Recuerda con quién estuvo aquí este día?
Sí, con la doctora Sanchis.
Trabaja aquí al lado, en la clínica Alarcón.
Buenas noches.
Me gustaría hablar con la doctora Sanchis.
Sí, un momento.
Mire, allí viene.
Ya he averiguado con quien estuvo el doctor Legarra en la cafetería.
La doctora Sanchis me ha confirmado que el doctor estuvo con ella a esa hora.
¿Es su amante?
Quizá esté mintiendo para salvar.
No lo creo, la doctora Sanchis tiene 60 años.
Comisario, el doctor Legarra es inocente.
¿Cómo va a ser inocente?
¿Y la escopolamina?
¿Qué hace con ella?
Creo que conozco la respuesta.
Alejandro Mendizábal, abogado del doctor Legarra.
No hace falta que se presente, vamos a terminar muy pronto con todo eso.
Eso espero porque mi cliente es totalmente inocente de los cargos que se le imputan.
Lo sé.
No sé de qué se sorprendan.
El doctor Legarra siempre ha mantenido su inocencia y, efectivamente, él no es el responsable de los crímenes de Montalbán.
Entonces, ¿me puedo ir?
En cuanto ponga por escrito una declaración jurada del lugar donde se encontraba en el momento del rescate de la doctora Sara Guzmán.
Si esto es una treta para comprobar la letra de mi cliente... El informe grafológico descartó que su cliente fuera quien rellenó el traslado de la doctora.
Le repito que creemos en su inocencia.
Llene ese documento y termine con esta pesadilla, por favor.
¿Tiene que estar mirándome como si no supiera escribir?
Mi cliente necesita intimidad.
Salga, por favor.
¿Hace cuánto que no toma su medicación?
¿Un día?
¿Dos?
No sé de qué está hablando.
Mi madre tenía exactamente los mismos temblores.
Claro que ella tenía 71 años.
Y usted 37.
Me parecía muy joven para tener los mismos síntomas, pero la doctora Sanchis, su neuróloga, me lo confirmó.
Eso y que la escopolamina a pequeñas dosis podía reducir los síntomas del Parkinson.
Puedo operar perfectamente.
¡Usted es un peligro para sus pacientes!
No, no va a encontrar un cirujano más preparado que yo, con más éxitos que yo.
Los pacientes hacen cola para que yo les opere.
Sé perfectamente lo que hago.
No puede seguir automedicándose.
Eso es una decisión de mi cliente.
Ahora déjalo salir.
Está enfermo, doctor.
Acéptelo y empiece el tratamiento cuanto antes.
Supongo que sabe que la salud de una persona es un asunto estrictamente confidencial.
Si esto trasciende más allá de estas paredes volveremos a vernos las caras.
Un sospechoso menos.
Y un paso más lejos de dar con el culpable.
[timbre de teléfono] [suena música de intriga] ¿Sí?
¿Quién es?
Sea quien sea, no debería tener este teléfono.
[Víctor] ¿Hola?
¿Víctor?
¿Sabes que la policía ha detenido a Daniel?
Bueno, también detuvieron a Ginés, ¿no?
Yo no me fío de nadie en este hospital.
¿Ni siquiera de mí?
¿Quieres que te lleve a casa?
¿A cuál?
¿A la tuya o la mía?
Pues, a la tuya.
Tengo el coche aquí, pero... Yo creo que es mejor que no conduzcas y, además, así no vuelvo sola, no sé.
Si es por hacerte un favor.
Sube.
[Victor] Ay... Bonito coche.
Estoy seguro de que era su voz.
Sea quien sea quien robó el teléfono está con él ahora mismo.
[timbre de teléfono] Sí, Vidal.
El móvil de Víctor acaba de salir del hospital, sígalo y no lo pierda.
¿Estás bien?
Sí, un poquito cansada.
Han sido unos días de mucha tensión en el hospital, pero ya puedes relajarte, ya pasó todo.
[suena música de intriga] ¿Qué pasa?
No lo sé, dímelo tú, Víctor.
Si es que te llamas así.
¿Qué haces con mi teléfono?
Lo he estado buscando por todas partes.
¿Quién eres?
¿Cómo te llamas?
¿Cómo que quién soy?
A ver, no me tomes por imbécil, ¿vale?
He llamado a la Universidad de Comillas y me han dicho que el último Víctor Cepeda que estudió enfermería allí fue hace 12 años y que ahora trabaja en Huesca.
No sé, habrá habido alguna confusión o algo.
Sé que eres policía.
Hey, hey, hey, cariño, ¿a dónde vas?
¿Dónde vas?
Eh, eh, eh.
Yo no he hecho nada.
Víctor, Víctor, diles... -[Vidal] Shh, shh, shh.
-Que no he hecho nada.
Que... Víctor, ¡Víctor!
Tenías preocupado a tu viejo y a mí también.
Y no vamos a ser menos hombres por eso.
[suspiros] Bueno, pues, nada.
Yo también me alegro de verte.
La doctora Yagüe sabe que soy policía.
Pues, una de dos.
O nos la quitamos de en medio y la enterramos por aquí o despídete.
-Estás fuera, hijo.
-No, ni de coña.
Lo puedo arreglar con ella, no le cuentes nada a mi padre.
Ni lo sueñes.
Te han pillado, Víctor, te han pillado.
-Vidal.. -Ni Vidal ni leches.
Joder.
Me parece muy bien que tú quieras salvar tu culo, pero no a costa del mío.
Claro.
Yo ya he pasado por esto.
Mierda, mierda.
¡Mierda!
Doctor Manrique.
-[Casas] ¿Quiere?
-No.
Lo que quiero es irme de aquí.
Todavía no me han dicho que he hecho para que me tengan aquí detenida.
[Casas] Robar el móvil de un compañero de trabajo es una falta grave.
Tanto como para que me interroguen con un comisario de policía.
Supongo que no se tomarían tantas molestias como un ratero normal.
¿Cómo ha podido ser tan poco profesional y dejar que lo descubran?
Perdón por intentar hacer mi trabajo y arriesgarme a proteger a un posible testigo.
Le han robado el teléfono, ha puesto en riesgo la operación.
¿Qué hacía con la doctora en su coche?
Espero que el juez acepte los cargos contra el señor Ginés Castillo por el asesinato de Isabel Freire y el secuestro de Sara Guzmán porque si no, usted va a tener que salir del caso.
[Casas] Doctora Yagüe, ¿qué hacía con el móvil de Víctor Cepeda en su poder después de que le atacaran?
¿Por qué no deja de fingir, comisario?
Ambos sabemos que Víctor es policía y que está infiltrado en el hospital.
Puede estar tranquilo, no le diré nada a nadie.
-Puede estar segura de que no.
-¿A qué se refiere?
A que no voy a dejar que ponga en riesgo mi operación bajo ningún concepto.
No es mi intención.
A partir de mañana, va a disponer de una semana de vacaciones.
¿Cómo?
Doctora Yagüe, le prohíbo terminantemente volver al hospital, al menos hasta que demos por cerrado el caso.
Usted no puede obligarme a dejar mi puesto de trabajo.
Tómeselo como una oportunidad para hacer ese viaje que siempre ha soñado.
Está loco si piensa que voy a irme.
Me voy a quedar en el hospital y voy a averiguar quién mató a Isabel.
A su amiga Isabel la mataron entre el doctor Legarra y Ginés Castillo.
Ah, ¿sí?
Y si está tan seguro porque mantiene la protección sobre Sara Guzmán.
Es el protocolo habitual.
A mí no me engaña, comisario.
No está seguro de poder llevar a Daniel y Ginés ante el juez.
Puedo serles útil dentro del hospital.
Puedo colaborar con ustedes.
Claro, a la prensa le encantaría saber que hay una doctora jugando a policía en el hospital.
Tanto como saber que hay un policía jugando a ser enfermero.
Hay un asesino suelto, y quiero tanto como usted saber quién es.
¿Qué me dice?
¿Qué ha pasado?
La doctora Yagüe ha descubierto la identidad de Víctor.
¿Qué?
Cuando me encontré inconsciente en el tejado debía decir algo de Casas y sobre la investigación.
Era ella quien tenía mi teléfono.
[habla en francés] -¿Y de mí sabe algo?
-Creemos que no.
Al menos uno de ustedes puede seguir dentro.
Tiene que irse del hospital Montalbán.
Está fuera del caso.
Suerte.
Comisario, hemos encontrado la maleta de Enrique Méndez, con su teléfono móvil.
-¿Dónde?
-En Bordeaux.
¿Y él?
Ni idea.
Es como si se hubiera esfumado.
[suena música de suspenso] ¿Sara?
-Un médico, rápido.
-¿Qué pasa?
Sara ha despertado.
No, déjame entrar, déjame entrar, por favor, es mi mujer, yo también soy médico, joder, quiero ver a mi mujer, es mi mujer.
¡Sara, Sara!
¿Qué coño hacías llevándote las ampollas de escopolamina?
Por aquí tenemos mucho que callarnos, todos.
Mantente lejos de mi mujer.
La doctora Yagüe podría hablar en cualquier momento y poner en riesgo toda la misión, no voy a permitirlo.
¿Me está amenazando?
Necesito que haga algo en el hospital, pero ellos no pueden saberlo.
No sé qué hacer con esto, me lo ha entregado un celador.
Le ha encontrado en el crematorio.
[Alain] Las prótesis tienen un número de serie, solo hay que buscar de quién es.
[Ginés] ¡Doctor Legarra!
Hable con doña Adela, dígale que si piso la cárcel, pienso contarlo todo, ¡todo!
¿Es él o no?
¡Quiero irme de una puta vez!
Es él.
Hay muchas maneras de ensuciar el hospital, por ejemplo, poner en peligro a tus pacientes.
Jamás tiraría piedras sobre mi propio tejado.
Eso espero.
Ven al hospital ahora mismo y no le digas nada a nadie.
¿Pasa algo, hijo?
La doctora Yagüe se ha enterado.
¿Cómo lo sabe?
No lo sé, pero no voy a poder aguantar esto mucho más.
Te has vuelto loca o qué.
No, lo que he sido es una imbécil por creerte.
¡Que me sueltes!
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